¡Hasta siempre, querido revolucionario!
La vida política, económica, social y cultural de México en los años 70, era algo comparable con ver a Dios y a Satanás sentados en un enorme sofá, viendo una de sus películas favoritas, comiendo todas las palomitas y refrescos posibles.
En resumen, era algo alucinante.
El mundo en ese entonces, estallaba con la locura de la onda hippie, los pantalones acampanados, las blusas ajustadas, los escotes que enloquecían a cualquiera, las drogas al por mayor, el desenfreno sexual…la expansión de la mente.
En México, el Partido Revolucionario Institucional (PRI), forjaba su propio reino de corrupción y enriquecimiento; el robo de dinero a manos llenas, les provocaba náuseas y vómito a los mismos rateros, de tanto alucinar con lo que harían con la inmensa fortuna robada a los ciudadanos.
Nadie se atrevía a criticarlos; el precio de hacerlo era la cárcel o la muerte.
Sin embargo, entre el mundo y nuestro país, había una luz que proyectaba esperanza.
Óscar Chávez no solo era un hombre de izquierda hecho y derecho; también era un cantautor que motivaba a soñar despierto. En nuestro país se forjaba una voz llena de pasión, coraje, entrega, protesta y amor por el prójimo. Sin dudarlo, podemos decir que él empezó ese síntoma de “ya estamos hasta la madre”.
“La casita”, era una canción que detallaba plenamente la corrupción del PRI; la parodia describía los lujos y excesos con los que contaba una mansión propia de un político priista. Más que casas, eran castillos los que se construían los llamados “hijos de la Revolución”.
Aún no sabemos por qué no mataron a Óscar con esa ocasión.
Su muerte no estaba programada, aún tenía que cantar en los foros más importantes de México y América Latina. El libro Cien Años de Soledad de Gabriel García Márquez (la llamada “biblia latinoamericana”), no podría estar completo sin la voz de Chávez interpretando a Macondo.
Escuchar la canción “Por ti”, es para ponerse de rodillas, besar los pies y ensalzar como una diosa a la mujer amada. Nunca antes una letra tan profunda y mágica, pudo haber recompuesto la armonía en millones de hogares. Esta no es una canción, es un himno al amor puro y a la obsesión enfermiza que nos lleva a idolatrar a quien nos envuelve con sus besos y caricias.
Dicen que Óscar Chávez murió el jueves 30 de abril de 2020, en pleno Día del Niño.
Tenía que hacer una última travesura ese enorme cabrón.
Solo muere quien es olvidado…Óscar Chávez jamás morirá.
¡Nos vemos en el cielo y en el infierno que tú quieras, querido revolucionario!
POSTDATA
La película de Los Caifanes, tiene que ser vista por los extraterrestres que pronto nos visitarán.
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